La obra El entierro del Señor de Orgaz, del Greco, es uno de los cuadros más emblemáticos de la historia del arte. Su magnética composición y su profundo simbolismo nos invitan a sumergirnos en una narrativa que combina la espiritualidad y el misticismo con una maestría técnica inigualable. Este cuadro, ubicado en la iglesia de Santo Tomé en Toledo, es un referente no solo de la pintura española, sino también de la universalidad del arte. ¿Qué secretos esconde? ¿Qué lo convierte en una pieza tan especial?
Contenido
La historia detrás del cuadro
El Señor de Orgaz y su legado
El protagonista de esta obra es Don Gonzalo Ruiz de Toledo, más conocido como el Señor de Orgaz, un noble castellano nacido en el siglo XIII. Su vida estuvo marcada por su profundo compromiso con la caridad y la fe cristiana, cualidades que le valieron el reconocimiento en vida y, según la tradición, un milagro tras su muerte.
Don Gonzalo fue notario general de Castilla, alcalde de Toledo y un ferviente mecenas. Entre sus obras más destacadas se encuentra la construcción de la capilla de la Concepción en la iglesia de Santo Tomé, donde sus restos descansan.
El milagro que inspiró la obra
El 9 de diciembre de 1323, durante su entierro, ocurrió un hecho extraordinario: según los presentes, San Agustín y San Esteban descendieron del cielo para depositar su cuerpo en la tumba. Una luz celestial iluminó el lugar, se escuchó música divina, y las palabras: «Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve» quedaron grabadas en la memoria colectiva.
Este milagro se convirtió en una leyenda que perdura hasta hoy, dando lugar a la creación de una de las obras más sobresalientes del arte renacentista.
El encargo a El Greco
El contexto del encargo
El cuadro fue encargado en el siglo XVI por Andrés Núñez de Madrid, párroco de Santo Tomé, tras ganar un pleito que aseguraba los tributos destinados al mantenimiento de la parroquia. El Greco, quien ya era conocido en Toledo por su estilo único, recibió las indicaciones de incluir dos escenas principales:
- El entierro del Señor de Orgaz en la parte inferior, con San Agustín y San Esteban presentes.
- El cielo de la Gloria en la parte superior, representando la recompensa espiritual.
El artista superó todas las expectativas, creando una obra maestra que fusiona lo terrenal y lo divino.
Detalles sobre su precio
El Greco valoró su trabajo en 1,200 ducados, una cifra elevada para la época. Sin embargo, tras la intervención de un tasador, el cuadro fue valorado en 1,700 ducados, consolidando el prestigio del pintor cretense.
Elementos de la obra
La escena terrenal
En la parte inferior, El Greco retrata un funeral típico del siglo XVI, aunque el milagro ocurrió en el XIV. La atención al detalle es excepcional: desde la armadura damasquinada de Don Gonzalo hasta los rostros de los asistentes, que conforman un verdadero friso de retratos del Siglo de Oro.
- San Agustín y San Esteban: Son los encargados de colocar al difunto en su tumba, simbolizando su acceso directo a la Gloria.
- Los asistentes: Entre ellos destacan personajes históricos y el hijo del Greco, quien señala la escena con una flor de margarita, símbolo de pureza.
El cielo de la Gloria
En la parte superior, El Greco despliega su estilo más característico: figuras alargadas, un uso expresivo del color y una composición dinámica.
- Cristo y los santos: En lo alto, Cristo bendice la escena, acompañado por figuras del Antiguo y Nuevo Testamento como San Pedro, San Pablo y el rey David.
- El alma de Don Gonzalo: Representada como un feto nebuloso, transportado por un ángel hacia el cielo.
Un testigo de la Contrarreforma
El cuadro fue creado en un momento crucial de la historia religiosa: la Contrarreforma, que surgió como respuesta al protestantismo liderado por Martín Lutero. La representación de la intercesión de los santos en la obra es un claro mensaje en favor de las doctrinas católicas, oponiéndose a las ideas protestantes que rechazaban este concepto.
Además, el énfasis en la caridad cristiana del Señor de Orgaz refuerza los valores defendidos por la Iglesia en aquel tiempo, subrayando la importancia de las buenas obras para alcanzar la salvación.
Un mensaje universal
El entierro del Señor de Orgaz es mucho más que un cuadro religioso. Es un viaje visual que nos enfrenta al gran enigma de la existencia humana: la vida, la muerte y la trascendencia. Con su magistral técnica y su simbolismo, El Greco nos recuerda que los actos en esta vida son el camino hacia la eternidad.
Esta obra, profundamente espiritual, sigue fascinando a quienes la contemplan, invitándolos a reflexionar sobre su propia naturaleza y el misterio del más allá.
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